sábado, 1 de mayo de 2010

De pie


Y cayó el pesado telón de esencia añeja,
justo cuando iba a presentar los versos incoloros
que terminé ayer; entonces en la oscuridad de mis horas,
el candor del sol comprimió mis hombros y,
me impulsó al frente.
De pie alcé el rostro para acariciar el rocío
y empaparme del sereno;
abrí esas ventanas cansadas de abrazar el viento
mientras el aire, su hijo mayor, recitaba silbando.
Aunque la escena era triste qué podía hacer parado,
escuchaba como afuera se cuarteaban las hojas sobrevivientes
del otoño, y eso me alentaba a buscar la primavera,
dos horas y sólo un ave atrevió pasar sobre mi techo imaginario
de moléculas defectuosas.
Y el arcoiris mezclaba sus colores para llamar mi atención;
de pronto sentí la necesidad de girar hacia los seres inertes,
tan fiables porque no respiran; aceleré mis pasos hasta calentarlos,
y antes de quererlo, un pie ya estaba adelante y el otro le seguía.
Y el calendario sostenía sus fechas,
y el reloj sus agujas,
y mi sombra me dijo: ve .... entonces me fui.